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Showing posts from January, 2008

ellos

Si fuera una palabra y no un grito áspero si tan sólo el disgusto, esa irónica descomposición del tiempo, hilaría nuestros pasos como un camino, los aullidos arbitrarios en melodías lindas, sería nuestro padecer tan armonioso; pero tan aburrido. Son almas eufóricas de dolor aquellas demasiado sensibles para abrazar la indiferiencia, las que desarman nuestro presente frustado, ensucian la rutina con desencuentros y dolores de garganta. Perdemos la voz al notar que ciertos individuos la usan y gritan y viven.
Nada. Posteo para demostrar que sigo acá, solo que hace rato que no escribo. Y bueno. Ya vendrá... De paso les comento que me encontré a Androtex, androide, andy, andruco en un casamiento y se agarró a mi prima. cosas q pasan. saludos.
Me alejo. Un toque. Me alejo. Me confundo. La oreja perforada, los labios negros, los ojos llorosos. Son como señales que me guían a tropezar. Los brazos cruzados, las uñas de rojo, las muñecas desnudas. Me limito a observar. Tacos altos, cinturón de cuero, sonrisa de costado. Primera sonrisa de costado. Primer paso, segundo paso, tercer paso. Miro las botellas atrás del barman. Espero.

y bueno

no sé expresar la atenta ingratitud que siento hacia los murciélagos pelados y angustiados por una discordancia.. nunca pude decir bien murciélagos además no son criaturas marinas y mis delirios son preocupantes. una amiga me dijo, en plena confianza: "a veces siento que tu locura es demasiado para mí". En un principio me pareció gracioso. Después me dejó de hablar. Y bueno, prometo que nunca fue mi intención ser una mala influencia, un aspirante a la lunacia, la psycho depresión, la maníaco laberinto. Lo juro, por mis 13 tías y 19 dedos. En serio. Una amiga parecida a la anterior, quizás hasta la misma, (verás, hoy en día ya no puedo ni distinguir, uno se pone viejo y los detalles y apellidos y q si kiki o titi o tutu y la .. ) pasan de largo.. ) me comentó que mi aparente felicidad la ponía nerviosa, la sacaba de sus estribos , la limitaba, enfurecía, dolía, ardía, creía que iba a llorar, ahí mismo, llorar por mi incapacidad de enojarme, o estar de mal humor. Desp

Presente almohadesco

Como Catherine y mi amiga Roxy. Somos víctimas y victimarios, sobre todo cuando dormimos. La semana pasada soñé que un canguro asesino me perseguía entre una vegetación seca y espinosa. Yo entre tanto susto me zambullía adentro de un lavarropa italiano, y al cabo de unas horas salía para encontrarme con una selva naranja y brasilera, con bichitos encantadores y, cantando melodías canadienses, entre tanto yuyo, conocía a una mujer. Una mujer argentina, por supuesto. Tan argentina que al decirle te quiero prendió un pucho y se rio a carcajadas. Vestía pollera lisa, tacos agujas, aritos de prostituta colombiana, camisa arrugada y olor a cisne. Yo en cambio tenía un taparrabo diminuto de piel de cocodrilo y un sombrero mexicano enorme. Que felicidad, pensé. Ahí nomás aparecieron unos aparatos para hacer gimnasia, y la voz grave de Barry White se empezó a escuchar a lo lejos. Caminamos, trotamos y corrimos sobre cintas para correr motorizadas, con un proyector que nos ambie

Pasando Rivadavia

Era una tarde como cualquier otra. Se escuchaba el susurro del tren disonante, ya acercándose a las llanuras y el silencio del Sur. Llegaba cuando quería, siempre a destiempo, siempre en el momento indicado. Cargaba con una promesa, una promesa de algo fresco y perturbador. Y luego el relinche de Manolito, el moro de José, y el desafinar prolongado de los frenos en la estación. José, (o el turco, como solían llamarlo a sus espaldas), se encontraba en su posición habitual, distante, con un mate frío en la mano izquierda y la espalda encorvada de tanto esperar. Llevaba los ojos cansados, siempre fijos en la puerta, como si su mujer fuese a aparecer entre tanto desconcierto. Ignoraba el ruido de los muchachos que trabajaban en la quinta del inglés, reunidos en la mesa de la ventana. Sólo se limitaba a servirles con pulso firme y una media sonrisa, siempre detrás del contador. Solía ver en él los rasgos de su padre: la mirada abstraída, la nariz arraigada, la mandíbula tiesa.

concernos

Me siento un poco culpable. Un poco, quiero enfatizar, sólo un poco. Sí. Ya sé que este no es lugar para disparatar sobre mis ocurrencias matutinas, además a los pequeños se les cierran los ojos y apoyan la cabeza en el de al lado y yo que sigo hablando. Le pregunté a Osvaldo si me autorizaba para transmitirles mi historia, mi experiencia, y me recomendó que no lo hiciera. Pero al colegio se viene a aparender, y creo que el día de hoy tengo algo que enseñarles. Hace sólo dos semanas, en un martes oscuro de invierno prematuro, se murió un hombre llamado Carlos Montero. Era padre de tres criaturas. En ese entonces no lo conocía. Yo comenzé mi día como cualquier otro, hice lo que solemos hacer todos todas las mañanas y me fui sin terminar el café. Caminé mis tres cuadras hasta la estación de subte, bajé las escaleras, pagué el boleto, saludé al guardia, y me paré a esperar. El subte estaba tarde y me dolía la cabeza. En eso recibí una llamada de mi mujer, que histérica me recordó q

Ni mu

No me lo preguntes. No sé por que soy, en vez de no ser, no sé por que amo el chocolate, no sé por qué, a veces, cuando hace frío, y no hay luna, salgo a caminar solo. No me lo preguntes, solo eso te pido. Hoy, no me lo preguntes. No me arrastres a las sábanas, no me distraigas con irrelevancias de tu presente vacío, de tu rutina arbitraria. No quiero saberlo. No hay causa tácita, ni la imágen fructífera de una amante rubia, ni las llagas de un secreto ansioso. No me atrevería a arriesgar mi conciencia, no te preocupes, no te desanimes, no te desampares. Dejate ser, pero no aquí... en la cocina. No necesito el murmullo, ni la radio, el chasnuquear de la tele, ni el ruidito amenazante del ventilador. Busco el silencio, busco el azar, me dejo encontrar. Busco el vacío, busco el presente, busco mi nada. Quieto. Me dejo poseer por la más tímida idiotez de cigarrillos y pasadizos y laberintos y mi mente es un caos, y mi mente es un puente, es un perro en un charco sucio, es un parag

Abstracciones

Me doy cuenta, (en mis abstracciones), que cada vez camino más lento. Me niego a clasificarlo como algo físico o psicológico, sino que simplemente pasa, como pasan los trenes, como pasa la lluvia, como pasa la gente. Y yo como tortuga, entre caras y caretas, me muevo sin apuro, como a destiempo, y soy como un gigante en el camino de todos. Una tortuga gigante. Una caparazón con los ojos desorbitados, ojeras marcadas y mueca infeliz. Hay cosas, costumbres, narices, aritos, polleras, verduras... cosas, al fin y al cabo, que no sabía que pertenecían a este mundo. Y me encantan. Me asombran. Es bueno saber que todavía no me acostumbre a esta ciudad.

digamos

Empieza muy callado el bajo, se distingue una melodía atonal, desenfrenada, como un murmuro de avestruz, un murmuro asfixiante. Cada segundo gana importancia, nos vamos, volvemos, y el presente remoto espera. Nos ubicamos acá, en el instante revelador. De lejos la batería marca el pulso, en una humilde honestidad, se deja esconder, siempre a conciencia. Antes de entender llegan seis cuerdas, como relojes rengos y arbitrarios, no se dejan guiar y en su adolescencia promiscua gritan en una carencia de sentido una búsqueda del sonido absoluto. Y que si, y que fa, y que mi... Y que la, y que do, y que mi... Nada, siento que algunas horas son irrelevantes. Y otras críticas. Y en ese contraste me pierdo. Habiendo dicho esto, Martín se acuesta conforme con su inconformidad. Y se duerme.

O.o

Martín miró el techo por 17 horas. Y el techo le devolvió la mirada.

míos

estaré enloqueciendo? me cuenta la voz grave del arbusto enojado que enloquecer es, hoy en día, muy fácil... notá lo rápido que van las cosas, uno se pierde entre tanta arbitraria soledad y anti-compañía, uno busca la manija, pero no hay puertas ni ventanas y una sola entrada. Y aún así nadie puede salir. un castillo de arena? pregunta curioso la voz del ruiseñor multicolor no, a los castillos de arena se los lleva el mar, como todo, se esfuman y se desarticulan, lentamente, van perdiendo forma y sonrisas es una casa de muñecas? es de azúcar? - se anima, siempre tímida la voz del delfín de limón sin aletas, soñando en la utopía del surrealismo no, pescado, las muñecas siempre sonríen, pálidas, con los ojos abiertos, esperando simular algo irreal... son la muerte, disfrazadas de una gloriosa libertad astuta, con sus vestidos de colores. Ni hablar de su atípica desnudez, esa flagrancia de lo robusta que es la realidad. El zorzal espinado escupe una tos violenta, aireada, de es

Intento

En algún momento saldrá, me decía, todo es cuestión de tiempo... ya verás .. Como ser escritora de cuentos para chicos, y deprimirse.. como niña de tan sólo 12 años que ya se siente convencida de que efectivamente todos los hombres son una basura.. como delincuente rencoroso al que le suelen robar día por medio.. como avestruz pequeña.. como mono gordo y curioso.. como laguna sin pájaros somos muchas cosas, entre tantas otras, somos los anteojos y el extrovertido y perdemos la vista en pleno tango fugaz. Aunque nunca aprendí tango. Cuando la medianoche se avecina y todavía no te conozco ni un poquito. Ni una lágrima. No es fácil describirte, pareces tan contradictoria y decidida; aunque sos definitivamente la mujer de medias diferentes que no lleva cartera. Sos, entre el recuerdo y la canción pegadiza, una cucharada de miel dura. Esa miel que te venden los campos, donde hay poca gente y se habla despacito, porque cada momento en compañía es apreciado. Ahí donde la miel es dura

querer

Forcejeó, intentó renegarse y golpear, parecía que se estaba ahogando, se le escapaba la vida entre los alaridos sordos, el vacío mudo, las paredes frías. Sus ojos tiemblan, su presente se derrumba, sufre una anagnórisis letal, se estruja el corazón y pronto se encuentra tambaleándose por el espacio, a oscuras, se mueve estirando la mano, en busca de un alivio, tropieza y se vuelve a levantar, su cabeza parece estallar, el cerebro sangrando culpa y engaño, se arrepiente, te juro, quiere decir, perdón, quiere decir, adiós, pero las palabras se confunden y todo parece dar vueltas, en una tensión y una amenaza, el destierro del pasado y el futuro que se desvanece, caen lágrimas ante la impotencia y cierra los ojos, confusión, los vuelve a cerrar, y pronto se encuentra en el piso, quiere arrastrarse, pero sus músculos se niegan a responder, su boca desamparada se cierra en una sonrisa triste, forzando la mandíbula, se prepara. .. Un niño se acerca y la nota, en el callejón, y, con sus

tropiezo contigo

Uno piensa que si apagamos la luz y prendemos a música, le damos el botón rojo a los celulares y prendemos velas, quizás se parezca a esos cortes de las películas, donde la ropa hace un caminito atrevido, sin sentido, donde uno se saca primero la remera y luego el buzo, primero las medias y luego el sombrero. Es así, honestamente, todo carece de propósito. Y es importante notar que no importa, es en esa nube de confusión y vulgaridad que nos encontramos como somos, desnudos, vulnerables, idiotas, y nos aceptamos para olvidar el presente y ir más allá. Ese momento crucial de sonrisas incómodas y cierres que no abren, como cómplices de un crimen. Sugiero entregarse y olvidar, porque a la mañana nos encontramos vestidos, haciendo la cama, recogiendo la ropa, forzando la memoria, lavando las copas, las velas, las manos, la cara, la sonrisa... Nos perdemos en contrastes e intensidades, las horas que nos cambian y desarticulan. Y así, en la soledad del solitario nos perdemos, y en la comunió
Me siento inconforme con mi constante nada. Me persigue, me retuerce, aniquila, exaspera. Los ojos vacíos, pedacitos de uñas en la mesa, la radio de fondo, unas entradas a un concierto atonal. ------------ La encontró desnuda, las sábanas tiradas a un costado, el cuarto casi oscuro, si no fuera por la luz que entraba del baño. Ella susurraba el despertar repentino, él tenía miedo que se levante y lo encuentre así, estupefacto, quieto, tímido, mirándola. Simplemente no lo podía evitar. Simplemente ella, con el pelo desmarañado, las uñas mordidas, el maquillaje corrido, los lunares en la espalda; era suficiente. Quizás hasta demasiado. No sabía cuantas horas había estado así cuando se despertó. Pasaron 2 días desde el incidente y todavía no logra entender que pasó. La recuerda recitando algo que le sonaba conocido, mientras se ponía la bota derecha. Recuerda como se agachó para ver si su cartera estaba abajo del sillón, y todavía despeinada casi sonríe al levantarse con las manos va

copos

¿Notaste como cae la nieve? En una indecisión y simpleza, no cae, sino flota en la incertidumbre, elige su destino. Te noto flotar, quiero que elijas.
Si pudiera resumir mi mundo de desconciertos, los desencuentros con mi ser... arbitrario juez y testigo diría, simplemente, que cante el pingüino y naden las palomas. Porque todavía hay lugar para cambiar.
Irresistible tentación de cachetes rojos y ojos azules, las muñecas bailan tras la vidriera. Un hombre elige emocionado sin antes leer la letra chica. Grave error, digo yo.

quien sos?

Vamos a lo simple: vestido rojo, pelo suelto, sonrisa de dientes parejos, uñas de uva, muñecas desnudas, descalza. Baila como apenas quemándose los pies. Casi imperceptible, diría después Martín, la cruz en su cuello y un tatuaje en el escote. Así la reconoció en la morgue. Pero así termina. Ella baila que baila. Los surcos de su vestido como pétalos medio tristes, como soplados por un niño que sopla flores. Parecía estar en otro lugar, como fuera de este departamento de barrio chino, sino en algún campo de esos que quedan a 3, 4 horas, y la vuelta los domingos se hace eterna... bailaba sola, sin vergüenza, como a orillas de un río. Me acerqué como quien mire los dinosaurios en el museo por primera vez: desconcertado. Y nada, su velo misterio se disecó con el pasar de las canciones... por ejemplo, se llamaba Sofía, y venía seguido a este lugar. Mira vos, dije, (conjunto de palabras que digo muy seguido cuando estoy nervioso). No tenía idea en ese entonces de que la volvería a ver,

Hojas

En este momento, nadie sabe donde estoy. Camino por una calle de otoño, y las hojas yacen amarillas, como delfines de limón, o rojas, como cucharada de sangre en sábanas o mantel blanco bordado con flores. Me surge la idea, en un instante impreciso, que soy una hoja. Y me despego de mis raíces, y soy como radio que pierde la señal, nazco, y me mueve el viento. Quizás llueve, quizás es de noche. Pero todo calmo, silencio de montaña y nieve, hasta que tocamos el suelo como una paloma se despluma en vidrio de colectivo. En ese intervalo, desafiando la naturaleza, donde planeamos en lo invisble, como ese breve segundo entre risa y carcajada, que es nuestro. Es así, nuestras vidas, como caer, intentando flotar. Solo espero que la rama de la que escapé sea alta. Y el viento, compasivo.
yo creía que era mejor así, sin confundir las risas por llantos y los dados por ojos. No que tus ojos parezcan dados, pero los dados me hacen acordar a tus miradas de costado, como inesperada. Yo sé que no cambiaría tu timidez y tu malhumor de mañana, y quizás eso me convierte un idiota. Pero la radio me dice que hay empezar el día con pilas, y el tráfico y la radio y las bocinas y el dvd que tengo que devolver... no me confundas, no me olvido de vos. Solo me distraigo, antes de volver a soñar con la barca de Noé, donde se inundan todos y nos encontramos entre lagartija, tigre y oveja. Y Noé se acaricia la barba.

Nuestra suerte y desconfianza

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Tengo una media gris y otra blanca. No fue seriamente a propósito, verás, una de cada par desapareció en ese mundo ignorado de pies y soquetes, secuestradas por duendes o hadas o el ratón Pérez buscando nuevos seguidores. Y estas, incompletas, divorciadas, se unieron a pesar de sus diferencias. Una es más alta, la otra es más oscura, una tiene un agujero, la otra una mancha misteriosa. Y solo así, juntas, me son útiles, porque no suelo hacer títeres con medias viejas. ...siento que todo esto me viene como medio azaroso. Y al fin y al cabo, es más difícil creer que todo es obra del azar, de extrañas ortopédicas probabilidades. Hoy me es claro que somos todos parte de la misma telaraña. Y ningún hombre-araña va a venir a salvarme, está todo en nuestras manos. Son días como estos los que olvido fácilmente. Es más fácil así. Una media gris, una blanca, un ojo medio cerrado, otro medio abierto, saco y pijama, labios y aparatos, gruñido y aplauso, golpe y caricia, como tucán na
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no me desentiendas es la mismísima sombra que dejan tus huellas cuando te vas ese rincón de incertidumbre como ruidito desmarañado a la madrugada me carcome, me maquina, me imposibilita son esas frases tan tuyas como bombas pequeñitas o granadas para volarme los sesos y cortarme las manos las encuentro debajo de la cama o atrás del espejo acaso me querés matar? como puñaladas, cada vez que me levanto y no estás que te busco y te arrastró la lluvia en su aroma el viento en su padecer te alojan la locura y la claustrofobia si te importo solo déjame ir no me martilles, no me afanes los cigarrillos, no me tires las remeras agujereadas. déjame ser déjame ir o volver déjame ir y venir no me ates, no me estrangules no me corrompas, tierno silencio de día nublado lo lamentarás

Pobre Oscarsito

Era martes. Me acuerdo porque el lunes falté. Y el martes llegué casi sonriente, a saludar a la secretaria, casi. Y la abracé, y me miró sorprendida, pobre mujer, a veces la euforia se apodera de mí cuando hace frío y veo una cara conocida después de tantas horas de sueño, debo de haber soñado con ella y todos sus disfraces de blancanieves inocente. Primero, segundo, tercero, cuarto... quinto, sexto, estoy. Tres pasos a mi izquierda, seis a la derecha, estoy. Puerta. Dos hacia delante, vuelta al escritorio, estoy. Sentado. Sonrío. El sábado había encontrado mi sonrisa: una foto. Posaba una compañera con su novio, Oscarsito, del cual nos hablaba tan seguido, y las chicas insistían en conocerlo. Pero no. Y no. Y yo, que interesado nunca fui en el chismerío de novelas colombianas y mucho menos argentinas y locales, me resigné a no opinar; también debo admitir que fue por experiencia propia, mis comentarios nunca fueron bienvenidos... hasta encontrar esta foto, bendita foto, de mi gran

2 horas tarde

Abrió los ojos. Silencio. Pestañeó. El reloj marcaba las 7 :17 am . No filtraba la luz por la ventana, no se oía ese gruñido constante de la ciudad, ni el viento, ni el partido desde un taxi, ni siquiera los autos, que están siempre, son como sus pies y sus manos, lo acompañan a todos lados. Pero no. Nada. Silencio. Espacios vacíos. Tembló un eco perdido y trepo sus dedos, haciéndole cosquillas, como una catarata que de pronto desaparece, no más agua, no más ruido, ni la espuma, nada, se hunde en su ombligo y lo imagina. Un pie, después el otro, se animó a salir de la cama y caminó hasta la ventana. Mano izquierda levantó las persianas, despacito, sin hacer esos chillidos que ahora extraña... detrás quietita la oscuridad, ancha, omnipotente, la ciudad hundida en una noche eterna, como pintada de tormenta rusa, oscura, como muerto al que le cierran los ojos para dejarlo ir. Nada más. Solo negro. No había estrellas. Un par de luces, un par de caras. Y más negro, y más vacío, sobre

silencio

[del cuaderno de la viajera tía] Cuando el silencio te exaspera y tus manos buscan algo fresco para retorcer, cuando tus ojos pierden su usual vestimenta y se desnudan temerosos, solo así, en algún instante impreciso, se apodera de ti el presente, y sos vulnerable. Las uñas rojas acarician esperanzas de un futuro intrigante, arañan retratos de Nietzsche, el beto y ana. Una huella tímida te deja pensando, un cruel símbolo del destino; se derrama la primera gota. Que euforia, escapar del despertador, arrimarse a un árbol y observar el humo... Prendamos fuego los ascensores! Las salidas rápidas, los acertijos, los atajos hasta las sábanas. Después observemos como el individuo sufre cada escalón como el primero y el cansancio y su respiración apresurada llegan a un final al probar el aire fresco tras la ventana y, finalmente, el cemento duro del pavimento, y las miradas idiotas de los espectadores. Así, dominaremos el mundo tía.
Hoy no quiero reprimir mis angustias, me sugirieron que no lo haga, que sino vomitaría conejitos, se me llenaría de escorpiones mi mente, vería dagas voladoras y escucharía búhos. Así que mejor cuento, explico, al que quiera escuchar, me paro en una esquina, como quien pide monedas y toca la guitarra, yo relato mi eternidad, solo una oreja, señores, solo una pizca de empatía y un poco menos de indiferencia. Mi discurso es algo así: " Buenos días, ante todo, hombres y mujeres de Buenos Aires querido. Les quería comentar, como la luciérnaga se quema con la luz y aun así vuelve, les quería comentar, que he enloquecido. Honestamente. Hoy aquí parado, me presento como loco que se niega a ir a un instituto, se niega a ser clasificado como maníaco obsesivo o pasivo arlequino, y me niego, sobre todas las cosas, a usar ropa verde. También, quiero agregar, que no entiendo a ninguno de ustedes. Ninguno! cruzando en pasos largos como si fueran a algún lado, preocupados que si

Solo así

[del cuaderno de la tía] Solo así, tras un vaso de Vodka se mostraron como son, como dos aborígenes desnudos, torpes, interpretaron su versión de Adán y Eva. no pagaron, aunque ella se olvido la cartera y se tomaron un taxi a su casa. Antes de subir ambos consideraron la plaza de enfrente, pero no. Entraron a las apuradas y se cayeron un par de cuadros que tenía para que la gente lo considerará culto. Después fue algo como desvísteme rápido, que estoy apurado , viejo retrasado el que habrá dictado lo contrario. Además el jean tenía botones, para joder, faltaba que su corpiño tenga candado, pensó. A la mañana siguiente, ya vestidos, con ropa y preocupaciones, horarios y familiares, se vieron dos extraños a la cara y se marcharon cada uno por su lado, para contarles a sus amigos del trabajo en su recreo de treinta segundos, que anoche, Adán y Eva tuvieron sexo sin mirarse a los ojos, y ahora se acerca el fin del mundo. Y será doloroso.

nosotros somos los sanos

Como una escalera con escalones todos diferentes, los ojos pegados con lagañas, te tropezás, subiendo la pirámide de expectativas y exigencias. No le avisás a nadie, ni a tu vecino que no le vas a poder regar las plantas la semana que viene, y te escapás. Me cuesta escaparme, entre las rejas el miedo a electrocutarme maldita corriente me promete la muerte, pero no sin antes sufrir puedo despedirme, pero aunque dibuje la sonrisa, como los payasos, tendré los ojos grandes la boca abierta las manos desarticuladas y una mueca de villano de telenovela colombiana. Me cuesta saltar, desde mi celda pasar por los barrotes y volar, o más bien caer al suelo, con la posibilidad de amanecer una vez más cuadripléjico y confundido atado a dos ruedas, tener que soportar las aullidos del comisario. Peor aún cortarse abrirse como milanesa tener que presenciar mi interior, desatar una jauría de ideas reprimidas y deseos confundidos manchados de rojo,
vendaré tus instintos humilde jaula de jardín un conejo blanco solo. Como las agallas. la sangre que hierve, desenfrena, me desarticula, quiero romper, salir, correr, patear las rejas, cortar los nudos estrangular los miedos que nos impiden hacer lo correcto. quiero quebrar, fumar, aletear arder las cenizas, forcejear la entrada arrancar todas las teclas de mi piano para dejar de lado la ilusión, el sueño, la farsa, metáfora linda de un futuro. Volver a lo tangible, viajar a un pueblo, quemar las joyas, vernos reflejados en las llamas de lo que fuimos, desatar los cordones, probar andar descalzos, tomar la sopa sin cubiertos y sin vergüenza gritarle a la luna sus injusticias culpar al sol por tus pecados que cada lágrima valga Volver a lo esencial, sin psicólogo, sin pastillas, conversar con las hojas y dormir en el pasto, susurrar ante el peligro que nazca en ti el instinto de sobrevivir por vez primera. Asfixiante, into
tengo 2 minutos para crear algo incuestionable como....  que tierna es la sonrisa que se dibuja en nuestras caras cuando después de haberle robado la pelotita del mouse al de al lado, lo observamos de reojo, lo vemos confundido y golpeando el ratoncito una y otra vez, hasta finalmente lo posiciona patas pararriba y gira su cabezota hacia nosotros, que miramos el monitor, cara de abogado que perdió juicio y anda en un bar; y luego culpa a alguien inocente.

sorpresa

Fue un viernes cuando casi casi se apaga la luz, y sin velas, casi silbo el amanecer de una oscuridad. Usaba la corbata amarilla, porque solo yo se que es para mis días deprimentes, a pesar de ser brillante y siempre halagada por la gorda del segundo piso, a mi me deprime. Inmensamente. Tanto que no solo no tomé desayuno, sino que tampoco almorcé, y subí el ascensor solo, cosa que nunca antes me había pasado. Y le hice caras extrañas a la cámara de seguridad escondida detrás de la luz. Pero todo eso sucedía como otro viernes no prometedor, porque son, se podría decir, cosas que pasan. Algo que no pasa tan seguido es que te claven un dardo en el hombro, cosa que sí me sucedió cuando tenía 8 años y tenía el pelo siempre peinado y una voz aguda encantadora, y un dardo en mi hombro, y unos llantos eternos. Hace muchísimo que no lloro. Ni siquiera lagrimeo. Es preocupante. Pero lo que sucedió fue que una compañeritita, (así en diminutivo porque es inversamente proporcional a la cantidad
Alterar el vuelo de un águila para olvidarnos que no podemos volar. No así, en un silencio de viento y lluvia, poder cerrar y abrir, dejar atras las cerraduras, no así, querer y poder y entre las nubes suspirar nuestros más reprimidos recuerdos. Así, sí, que caigan las plumas que adormecen nuestra consciencia. Aferrarse a aquellas que te perturban y interrumpen tu placentero dormitar.

inútil

Monólogo de un idiota inútil XXIV cual es peligro de estar libre? Pasaron 5 años desde el accidente con la mujer del colectivo. Me gusta recordarla como una bailarina adentro de una cajita de esas viejas de música, y rubia, porqué siempre son rubias, y se marea, mientras da vueltitas y hace todo menos bailar, y en eso tengo la buenísima idea de robármela, y se rompe, después de pasarla de mano en mano, justo a mí me tocó, como la moneda que cayó al piso y despertó al almacenero, que siempre andan armados, y vio su casa vacía y un pobre inútil, intentando robarse la última moneda. Y el almacenero responsable corrió a aniquilarme, y se resbaló con la moneda y murió. Y al pobre inútil le costó un año encontrar la salida a esa casa, que mostraba columnas griegas por el frente y tenía gente enterrada en el jardín, un piano en el sótano y un secreto nunca discutido y siempre presente. Pero pasaron 5 años, me digo entre cigarrillos, todavía sin saber si me como a la oveja y salvo al león

o no

me hundo detrás de tus mares debajo de la mesa del comedor, en tu ducha, en mi sillón azul me escondo detrás de las cortinas alardeando mi enloquecer pasivo en tu armario, en mi escritorio de madera tu cuello se tuerce de maneras indescriptibles al compás del viento y las hojas en tu jardín, en mi reposera huelo tus botas amarillas de lluvia me quiebro cuando me guardas en tu pileta, en mis escaleras tropiezo con tus armaduras altero el tiempo por vos en tu ascensor, en mi piano lloró y río la alarma de tu corazón pintado de atardeceres injustos en tu banquito, en mi auto quiero alejarme para nunca volver quiero volver para poder irme una vez más en tu altar, en mi alfombra manchada de inocencia tu prisión atea de muecas y sueños y dulces reprimidos en tu techo, en mi sótano los límites de tu profesar atípico quiero esquivar tus balas solo hoy en tu bañadera, en mi ropero chino me encanta como silbas nuestro turbio final, la noche que se avecina generosa en

hoy mismo

Bailar tango con sirenas de esas verdes quizás un poco de azul como mañana de lunes quizás un te vi hostil como llanura y ombligo bailar tango con sirenas de esas que nunca descifrás como volar en tus sueños y despertar dormido como caer y despertar cayendo como pez en mar y pez volviendo como mujer en sol y en luna sufriendo como lobo que soy y oveja que cuentan perderme es mi mejor cualidad luego me encuentran me despido los viernes, los lunes, en tus párpados titubeo el escribir de unos labios, como los tuyos como los tuyos! sí, al desbordar mi canoa de laguna que donde tormenta que cuando alguna laguna de mar arrancar el mí del soy y girar dentro hamacar los yuyos solo míos y fruncir mis invitados fruncir tuyos la soledad de ser uno mismo, no? alados los quiebres entre nuestros ismos volteada la verdad entre confieso y ordeno si no soy más que titubear, una vez más tieso recordar mi lucro robado tu fruncir desesperanzado y cuento hacia atrás, co

presente momento

Hoy soy sincero, sin prejuicios ni estructuras, me desnudo de maquillajes y suposiciones, tus etiquetas y tus porqués. tengo 10 dedos, en total, 2 ojos y una sonrisa, un pie inquieto y otro inútil, un par de cicatrices de un pasado. Tengo una frase para regalar, un rollo de fotos para compartir, un empuje y un jalar, tres copas para hamacarse, una rutina para dividir mis personalidades y mis máscaras a un cajón. no hay que olvidarse de una q otra anécdota para quemar el tiempo entre el ayer y el mañana, un viernes o un sábado a oscuras, tropezamos con zapatos que probablemente te probaste antes de salir. O simplemente sos desordenada. Nunca lo sabré. entre otras cualidades, puedo saltar y girar en círculos.

cuestionaré

Se bajó del tren ansioso, como niño a punto de abrir regalos de navidad, y se tomó un taxi al aeropuerto. Le contó su historia al taxista y este lo invitó a tomar su última taza de café en Buenos Aires. Hasta el día de su muerte, que sucedió solo dos años después (en un lugarcito de barrio como este), Martín recordó como el taxista se puso serio entre risas y lo tomó del hombro mientras le confesó algo que sonaba como "mijo, a veces necesitamos perdernos, del todo, para encontrarnos. Pero acordate de encontrarte." Con estas palabras abrazo al taxista y viajo a Parati, un pueblo histórico en la costa brasilera. Durmió durante el viaje y al llegar, cambió sus pesos distraído y observó curioso los nuevos billetes. Acostado en un banco, pensó que sería mejor caminar, y de paso ahorraba unos reales. Sonaban las campanas de alguna catedral y en una ventana se noto despeinado y sucio. Y sonrío. Hace mucho que no sonreía así, mostrando las encías. Nada dura para siempre, quiso deci
puedo quebrar tu bastón, sin ser visto puedo esconderme entre las sombras de tu padecer en tus lágrimas en tus sollozos de inocencia puedo perderme entre tus labios y tu verdad confieso que me encantan los laberintos pero al final me encuentro en una ciudad de melancolía, una niebla, y un vacío puedo escuchar tus miedos a través de las paredes silbar tu rencor y angustia puedo correr entre tigres y trigales sin perder la lengua puedo serte honesto pero no sin ser juzgado hoy, decido no insultar al vagabundo no vengar mis quemaduras con la esperanza de que, quizás, ponga las cenizas a un lado, y la melodía encuentre su descansar sin olvidar el pasado. quebrar las ondas de tu despertar, puedo, quiero, no debo... hacer arder las llamas y escuchar el lamentar de tu inconsciencia, arrebatar la fantasía, los cuentos de hada, distinguir entre veneno y culpable, una modesta sonrisa y una mentira como cuesta, abrir las puertas, esconder l
No es fácil pintar arcoiris cuando las nubes siguen ahí, me susurró el picaflor malherido, con el corazón en la boca y los ojos fuera de órbita. - El universo tiene una extraña tendencia a corregir.
rozar tu piel como ancla de mar flotando escucho el crujir de tus tuercas tus ojos despavoridos lo sé! como un halcón pierde vuelo lo sé... entre las rocas de tu suave palpitar un zorzal visita una tumba y apoya sus espinas mientras un cactus susurra un final feliz: "así elijo abandonar el tiempo: venas de sangre y tinta, ojos de ladridos o artilugios, porque soy un delincuente me verás encerrado tras culpa de un bien mayor" sorprendido, como viajero ingenuo, quise decir que difícil es trepar los hilos de tu telaraña mira como me pierdo, cruel lucero artificial mira como las riendas se prenden fuego y la luna festeja nuestro galope inesperado pero en vez, quedé mudo y abracé al cactus sonriente* *el abrazo más doloroso e inolvidable, pero también el más agradecido.

cuestioname

Pidió un solo boleto, en vez de dos, y le dijo gracias a la señora gorda e infeliz que lo atendió con esas sonrisas despectivas y falsas, como los hombres traspirados adentro de los trajes de Barneys sonrientes. Después renunció, y su jefe no entendía, verdaderamente estaba asombrado. Martín no. Pero su jefe sí. Y le ofreció más asientos y escalones y pantallas y futuro y Martín notó las palabras vacías en su tono de desesperación y le contó un secreto: tenemos el mismo jardinero. Sin mujer y sin trabajo, sin cama, sin comida, enfrentó nuevos desafíos con toda confianza de que podría ser peor. Y que se le va a hacer, se repetía entre risas. Y bueno. Y bueno. Sigamos. Así, Martín logró por primera vez aferrarse al presente.

cuestionar

[Me gusta escuchar los pasos de pies decididos, cuando caminan hacia un objetivo con una intención, no un plan, con una herida, no un arma. Un hombre herido es forzado a sanar, o morir. La libertad de elegir se vuelve real y concreta. Y la elección es una responsabilidad. Las responsabilidades y las decisiones nos cambian. Dispara y observa.] él se dirigía hacia el fin del tiempo. Buscaba su presente en el espacio, el tiempo en sus ositos de peluches. Cargaba con un nombre conocido, Martín, y una barba que lo hacía parecer mayor. Solo tenía 19 años cuando su hermano decidió salir a correr una mañana de niebla, y un camión llevaba erizos le quitó la vida. Hubiera llorado un poco en el funeral y seguido con su vida si no durmiera al lado de aquella cama vacía, todas las noches, donde el recuerdo y el silencio le susurraban pesadillas y cuentos de hadas. Como cuando Martín le rompió la bici, y su hermanito lloró toda la noche. Sí, era menor, tenía solo 13 y lo había dejado su primera

camping

Eran las 5 de la mañana cuando comenzó a armar la carpa. No pudo clavar las estacas pero no importaba porque no había mucho viento. Todo lo demás salió a la perfección, justo como lo había planeado. Se metió adentro y cerró los dos cierres, el de los mosquitos y el otro, en caso de que algún animal infeliz se atreviera a entrar. Alrededor de las 6 comenzó a oír las bocinas. Los autos que venían por Suipacha no podían doblar a la izquierda, y los que iban por Libertador se veían forzados a cambiar de carril o meterse en contramano. No se podía dormir con todo el ruido de llantas, maniobras y insultos y se hundió mas adentro de su bolsa de dormir roja y cerró los dos parpados, en caso de que alguien intente espiar. El primero fue un Ford Focus.

mi ex

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Monólogo de un idiota XXIII fuera de control, diría mi ex. y es tiempo, efectivamente, de hablar de mi pasado. Intento retenerme mi cuerpo y mente en el presente, como enjaulado, pero mis huellas me persiguen, no hay viento que las borre y me permita olvidar. Vamos a abrir el maletero y volver a donde alguna vez pertenecí. Yo era joven. Sigo siendo joven, pero en ese entonces me sentía joven; ahora no. A ella la conocí en un bar. No hubo nada de amor a primera vista ni segunda, ninguna mirada extraña ni perfume penetrante; solo la conocí. Guardé su cara y sus manos y sus piernas en un recuerdo, como una cajita, sonó la alarma días después y la bailarina bailaba detrás de algún vidrio indestructible. Y así salí en busca de la bailarina de esa cajita, y la encontré, salimos a comer, seguí las usuales formalidades, y me casé. Juraba haber encontrado el amor, ese verdadero, que nos venden los cuentos de hadas, los finales felices!, todas esas películas. Mi mamá no estaba muy feliz.