inútil

Monólogo de un idiota inútil XXIV

cual es peligro de estar libre?

Pasaron 5 años desde el accidente con la mujer del colectivo. Me gusta recordarla como una bailarina adentro de una cajita de esas viejas de música, y rubia, porqué siempre son rubias, y se marea, mientras da vueltitas y hace todo menos bailar, y en eso tengo la buenísima idea de robármela, y se rompe, después de pasarla de mano en mano, justo a mí me tocó, como la moneda que cayó al piso y despertó al almacenero, que siempre andan armados, y vio su casa vacía y un pobre inútil, intentando robarse la última moneda. Y el almacenero responsable corrió a aniquilarme, y se resbaló con la moneda y murió. Y al pobre inútil le costó un año encontrar la salida a esa casa, que mostraba columnas griegas por el frente y tenía gente enterrada en el jardín, un piano en el sótano y un secreto nunca discutido y siempre presente.
Pero pasaron 5 años, me digo entre cigarrillos, todavía sin saber si me como a la oveja y salvo al león, mato al lobo y entre alfil y torre, elijo al peón. Por que el rey es inútil, y solo hay lugar para la muerte o una promesa de eternidad falsa. El peón me brinda más esperanza, como la gente que pasa en bicicleta sonriendo entre los autos y los colectivos y ellos siguen sonriendo y una pequeña parte de ti quiere meterle el paraguas en la rueda y verlo volar. No sé si verlo caer, pero definitivamente verlo volar.
Volviendo a la chica bailarina que dejó a un viudo y dos chicas traumadas detrás; yo nunca di la cara y desaparecí. Tengo que admitir que tuve impulsos de ir a contarle la historia de como su madre, su mujer, se acostó con un desconocido que conoció en el colectivo y luego la pisó un camión mientras salía del telo, una historia encantadora, pero tengo cierto respeto por las dimensiones de mi cara, y no poseo los recursos para hacer una cirugía reconstructiva, mucho menos si usa un palo de golf, que esos empresarios de countries siempre juegan al golf, y los palos de golf son bien duros, mi hermanito de chiquito me pegaba con esos y me perseguía como en "chuky y el final del mundo que se aproxima". Pero uno no le puede pegar a un hermano menor, como no le puede pegar al hombre de la mujer que prácticamente asesiné. Así que mejor no hago ninguna visita.
Con respecto a que sucedió en los últimos 5 años: no me contaron en el censo nacional, así que no soy ni siquiera un número. También me pasó una vez que en la panadería llamaron el 33 y grito yo!, después de esperar largo rato por que las viejas que nunca faltan, se gastan en preguntar por todo lo que no hay, y al pedo porque tienen todos los sentidos muertos, ya no pueden ni ver ni caminar, y se gastan en pedir comida rica cuando ya no notan la diferencia entre pescado y comida de perro. De todos modos, la panadera dice 33, bien bajito, por supuesto, y una mujer embarazada a mi lado repite en un tono nasal, 33. Pero yo tengo el 33. Yo también, se anima, y usted qué, piensa que por estar embarazada se puede llevar el mundo por delante, si contal con semejante panza y el horror en la dulzura de ser madre esperándola, no te importa mucho el pobre inútil de la panadería que solo vino a pedir 1 kilo de pan. Luego se tomaron un minuto para contemplarme, y me miro toda la gente en ese pequeño infierno panaderillo, que pega por que hacía calor y las sirvientes del innombrable tenían peinados raros que podían ser confundidos por cuernos, y sus cuerpos bien comidos, que supongo que es un requerimiento para trabajar en la panadería, como medio redondos, tipo panza de cerveza de hombre casado, pero de crema shantishi, con "sh", sí, así lo pronuncian cuando rezan por las noches pidiendo bajar de peso.
A continuación, la embarazada abrió su boca lentamente, al mismo tiempo que giraba su cabeza hacia la izquierda, todo en cámara lenta, seguro que alguien se avivo y lo estaba filmando para subirlo a su blog, porqué cuando finalmente llegó la cachetada, que venía esperando medio impacientemente, sentí como un flash de cámara de esas viejas, que le suman al hecho de que estas en el borde del precipicio en una montaña y tenés el sol de frente. Después del flash, giro la cabeza hacia el otro lado y me escupió, literalmente, un yo no estoy embarazada, y sonreí, lo cual ahora veo que fue un error, porque me volvió a golpear, ahora con el puño cerrado y su anillo de casada que venía incluído en el combo y me dolió por 10 meses. Pero además comenté que una que vez que uno se divorcia generalmente deja el anillo en un cajón o lo tira a un río, y parece que sí estaba divorciada porqué me empezó a dar con la cartera, presiento que le dolía la mano, aunque no tanto como me dolía la cara y el kilo de pan que cada vez parecía estar más lejos.
A todo esto las sirvientes del señor oscuro se reían como hienas a carcajadas y yo no podía defenderme porque alguien me convenció que las mujeres son el sexo débil y que no debemos golpearlas. Y en realidad dominan el planeta, y se te quejan y te golpean con carteras. Es como una doble injusticia. Y debo admitir que el pan que comprás en el supermercado es más duro, casi tan duro como las carteras de marca.

Comments

Jess said…
buenisimo
me re gusto
y tu que decias que en 10 anios ibas a a ser pobre
pffff
con las cosas de escribes eso es imposible
enserio lo digo.. me encanta como escribes, :)
pero la ultima parte.. no entendi si de pego la mebarazada o la otra vieja q estaba parada enfrente
jajajajaja
seriamente spero que eso no te haya ocurrido en verdad :P sino
te compadesco
un abrazo
Diego M said…
clap clap clap!
Me encantó el tono de asociación libre de recuerdos, y el remate, y muchas otras cosas en el medio que ahora (pucha) no me acuerdo.
Como diría mi vieja: "un kilo y tres pancitos" :-P
Zoe said…
Y yo que pense que ra la unica con ideas locas con ruedas de bici.

Queridisimo Cai, ¿Como estas?

Me ha encantado este texto y si, el tono de recuerdo le viene como anillo al dedo.
Me ha gustado entero, sin queja alguna...final estupendo.

y debo decir ademas...es cierto, el pan del super siempre es mas duro...supuestamente lo hacen ellos.¿por que será?

Un abrazo y un beso desde la Clínica.

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