mi ex

Monólogo de un idiota XXIII fuera de control, diría mi ex.
y es tiempo, efectivamente, de hablar de mi pasado. Intento retenerme mi cuerpo y mente en el presente, como enjaulado, pero mis huellas me persiguen, no hay viento que las borre y me permita olvidar. Vamos a abrir el maletero y volver a donde alguna vez pertenecí.
Yo era joven. Sigo siendo joven, pero en ese entonces me sentía joven; ahora no. A ella la conocí en un bar. No hubo nada de amor a primera vista ni segunda, ninguna mirada extraña ni perfume penetrante; solo la conocí. Guardé su cara y sus manos y sus piernas en un recuerdo, como una cajita, sonó la alarma días después y la bailarina bailaba detrás de algún vidrio indestructible. Y así salí en busca de la bailarina de esa cajita, y la encontré, salimos a comer, seguí las usuales formalidades, y me casé. Juraba haber encontrado el amor, ese verdadero, que nos venden los cuentos de hadas, los finales felices!, todas esas películas. Mi mamá no estaba muy feliz. Dos años después aprendí que los finales felices no existen; son solo historias que no han terminado. Lo leí en algún lado, y busqué mi cajita, y efectivamente la bailarina no bailaba, tenía los ojos vacíos y el vestido yacía tirado a un costado. Era una desnudez vulgar, demasiado honesta! Mis lágrimas, y el anillo pareció prenderse fuego, me quemaba como las brasas que uno piensa que están frías, pero no...
Fue cuestión de días, y segundos. La vi durmiendo, en paz, la vi con sus miedos y estructuras, sus prejuicios y su inconsciencia, su fe ciega y los muros que protegían sus armaduras. Nunca llegaría. La sociedad había hecho un trabajo impecable. Tan impecable, que la creí perfecta.
Esa era mi ex. Con ella se fue mi anillo y mi casa y mis sueños, mis propios engaños. Una desconfianza horrible creció en mí. Me quité todo, y, como los niños, me asombré con un mundo nuevo y escribí, con crayones nuevos, mi propia filosofía. Mi mamá me grito algo que sonaba como: "yo te dije, yo te avise, me tuviste que haber escuchado." Quien sabe.
Por el momento, ando en algún tipo de tregua infiel con la sociedad. Eso me dicen mis experiencias. Me siento estúpido, pero suele pasar.
Mañana paso a buscar mis miedos por la comisaría y vendo mis anécdotas en el trabajo. Las risas las dejo para alguna comida del sábado. El odio y la represión para mi perro o mis paredes. Listo.

Comments

Crispín said…
Todavía más visceral. Muy bueno y muy cierto.
Gala said…
Niño lindo, ¡te extraño! La novela, sí, llegando a su final (que es un comienzo) ¿y mi cuadernito?
Sabés que nos veremos en California, en dos años, vamos a ir de bares con el fantasma de Morrison. Esperáme.
Las paredes y las puertas se acaban acaparando nuestra dosis más alta de odio...

Besos
Anonymous said…
Siempre escribiendo taan bien. Sabes que te extraño y quiero muchisismo. Nos vemos cuando vuelvas lindo !

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