quien sos?

Vamos a lo simple: vestido rojo, pelo suelto, sonrisa de dientes parejos, uñas de uva, muñecas desnudas, descalza. Baila como apenas quemándose los pies. Casi imperceptible, diría después Martín, la cruz en su cuello y un tatuaje en el escote. Así la reconoció en la morgue. Pero así termina.

Ella baila que baila. Los surcos de su vestido como pétalos medio tristes, como soplados por un niño que sopla flores.
Parecía estar en otro lugar, como fuera de este departamento de barrio chino, sino en algún campo de esos que quedan a 3, 4 horas, y la vuelta los domingos se hace eterna... bailaba sola, sin vergüenza, como a orillas de un río.
Me acerqué como quien mire los dinosaurios en el museo por primera vez: desconcertado. Y nada, su velo misterio se disecó con el pasar de las canciones... por ejemplo, se llamaba Sofía, y venía seguido a este lugar. Mira vos, dije, (conjunto de palabras que digo muy seguido cuando estoy nervioso).
No tenía idea en ese entonces de que la volvería a ver, tan solo 3 días después, en la placita enfrente del teatro York. Luché por su teléfono, algo. Los creyentes del destino son complicados.

Comments

Crispín said…
Eso: vamos a lo simple.
Diego M said…
Puffff
Hace bocha que no pasaba por acá, pibe, ¿alguien te dijo que estás escribiendo cada día mejor?
Este texto es prueba fiel de ello.
Abrazo!

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