puedo quebrar tu bastón, sin ser visto
puedo esconderme entre las sombras de tu padecer
en tus lágrimas
en tus sollozos de inocencia
puedo perderme entre tus labios y tu verdad
confieso que me encantan los laberintos
pero al final me encuentro en una ciudad de melancolía,
una niebla, y un vacío
puedo escuchar tus miedos a través de las paredes
silbar tu rencor y angustia
puedo correr entre tigres y trigales
sin perder la lengua
puedo serte honesto
pero no sin ser juzgado
hoy, decido no insultar al vagabundo
no vengar mis quemaduras
con la esperanza de que, quizás,
ponga las cenizas a un lado,
y la melodía encuentre su descansar
sin olvidar el pasado.
quebrar las ondas de tu despertar, puedo,
quiero, no debo...
hacer arder las llamas y escuchar el lamentar
de tu inconsciencia, arrebatar la fantasía,
los cuentos de hada, distinguir entre veneno
y culpable, una modesta sonrisa y una mentira
como cuesta, abrir las puertas, esconder los demonios,
callar los vientos, quitar las nubes,
comprar las estrellas, dirigir la luna...
en la libertad de la condición humana
no cuesta nada, otra falsa identidad
sin llave a tu propia celda, sin pasillo a tu verdad
la escondiste sonámbula detrás de alguna roca
tropezaste e ignoraste, te dejaste encerrar.
me pregunto cuando tu aparente felicidad
lograra bañarse en sangre de sus miedos
y aprender a escuchar los gritos y aullidos
de la llave de tu despertar.
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¡Te extraño!