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Showing posts from January, 2007

Pájaro de metal

Entré al baño y estaba vacío, me esperaba, el espejo, esperándome, me confesó que tenía el cuello subido y una marca de rouge en el cuello. Me lavé la cara y miré fijo a esos ojos que me miraban y estuve así largo rato, esperando a que algo suceda. Pero no. A veces esperar no es suficiente. La puerta decía tire pero empujé y frenó ante un obstáculo, un compañero, que balbuceó algo mientras se masajeaba el cachete pálido. No iba a ser un día fácil. En el escritorio me hundí en las palabras vacías y los quehaceres reprimidos y, para variar, trabajé, como poseído, algún vagabundo me regaló su concentración y su astucia. El buen karma, sonreí. Me fui temprano y caminé abstraído entre las cabezas y los botones, la desnudez escondida y los sueños y las derrotas. Me llamó la atención una señorita, posicionada detrás del contador de una farmacia, bajo aire acondicionado y presa tras puertas automáticas, la aborrecía la llegada de una muerte inesperada y una vida prolongada, vivía por que no sa

Martín

Cuando Martín cruzó la calle, se acabó la calle. Apareció un espacio blanco, y sintió que sus pulmones se pinchaban como globo desinflado. Se dio vuelta, muy rápido, de manera brusca... no hay caso, pensó. Todavía tenía las frutas y verduras que le había comprado al pelado de la esquina, pero el pelado no estaba más. En vez de su verdulería ilegal, había un espacio blanco. También la peluquería de su prima, y el café donde trabaja la rubia los martes y jueves. Todo blanco. El piso parecía haberse ido, pero saltó, y saltaba, y saltó, y no pasaba nada. Pestañó varias veces, mientras intentaba adivinar donde se escondía el mago, cual era el truco, el engaño. Por la cabeza le cruzó la idea de que no volvería a ver a sus hijos y se le cayeron las bolsas blancas y los tomates y las naranjas rodaron, y rodaron, hasta q no los pudo ver más; lo abandonaron. Pronto se le llenaron los ojos de lágrimas. "Mis tomates..." repitió una y otra vez más, por que mis tomates, aullaba como lobo

euforia

Si supiera colorear con mis pinceles el triste augurio de tu soledad si al trazar mis pinceladas de rojo y negro, mi honesta caja de crayones vacía Quizás, luego, así, vuelva tu olor a cigarrillo y tu sucio respirar tu encanto misterioso, mi pregunta reiterada: por que me apego con semejante desespero a la daga que condena mi existir en una balada sangrienta sí, me pregunto mientras corro tu pelo con mi pulgar y deseo que no vuelvas a abrir los ojos. Sí! grito con euforia y quiebro el silencio de la muerte que se avecina Sí! Que canten los pajaros el ave maría! Que recen los curas por tu salvación! Sí! Que se quiebre nuestro techo en mil pedazos y enterrado, sea mi mano la primera en buscar el aire y mis ojos los primeros en ignorar como se mueven los escombros. Como se mueven, sí, las rocas intentando llamar la atención. Ya estoy lejos! Obsérvame marchar orgulloso! Mi amplia sonrisa y mi bastón de viajero me acompañan.

Otros y yo

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Monólogo de un idiota XXII La radio perdió la señal y chasmuqueaba las voces de mi escapar. También el mate frío. Por la ventana, los otros. Los camiones, el humo, el perdoname, el movete, el donde estas. Adentro: mis dudas, mis porqués. El saco descansaba muerto sobre el piso, arrugado y sucio, se mostraba orgulloso. Yo me encontraba en la alfombra, con la espalda en la pared, sentado, entre el vodka y el que pasó. Estaba casi desnudo, con los ojos vacíos espiando mi aparente eternidad. A mi derecha, la puerta al pasillo estaba abierta y veía sombras pasar, a una velocidad superior a mi capacidad y consciencia en ese momento. Exigían mi atención. Intenté concentrarme. Escuché el ruido tan común de llaves y puertas, teniendo el sexo más íntimo y pasional. Quise sentir envidia, odio, algo. No lo logré. El reloj soltó una carcajada monótona, burlona; morbosa. Son las 5 am. Es hora de morir, para volver a renacer.

O uno o lo otro

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Monólogo de un idiota XXI Nunca antes había presenciado la muerte. Vino callada, sin campanas, me quitó una ilusión. En realidad, ni siquiera sabía su nombre. Su marido debe estar a las puteadas, se me ocurre. Los hijos, si tiene, no deben entender nada. Ojalá podría estar presente para explicarles que a su madre la atropelló un camión luego de salir de un telo, a las 6:16 am, en manos de un naufrago. Y que se le vazer, como decía el kioskero hoy, al mencionar que la inseguridad está subiendo, y la basura en la calles, también. Que se le vazer, si estoy en un escritorio, junto a una pila de entregas, atascado y atrasado en mi dios del tiempo, con ojos que solo cierran, que se niegan a enfrentar mi realidad matutina. Así como sopló el viento, muerde el alfil. Me encuentro confundido entre peón y torre.

solo un humilde pescador

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Monólogo de un idiota XX No pestañeé. Puse los billetes en mi bolsillo derecho del pantalón negro, y caminé con cuidado hacia la entrada. Al abrir, sonó una melodía atonal y confusa, y se detuvo sin razón alguna. Me llevé las manos a la cara y la froté, desdichado, al que afuera comenzaba a aclarar ya. Hice tres pasos cortos y pausados hasta el borde de la vereda, y me senté bajo un cartel oxidado de "No Estacionar". Llevaba la camisa afuera, con solo tres botones vivos y el cuello suelto. El nudo se fue desatando y pronto la corbata llegó al piso, como serpiente, hizo contacto con el asfalto y se alejó. Ella estaba inmóvil, a solo unos metros, acostada en el medio de la calle. No podía distinguir la cara, pero tenía el pelo suelto y le faltaba un taco. La pollera blanca se le había levantado hasta el ombligo y flameaba con el viento, mostrando su carne. Busqué un cigarrillo suelto entre mis agujeros, y estuve horas para prenderlo. El cielo lamentaba el amanecer. Y

Si aquel

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Si aquel ser superior es borracho "no me sorprendería" dijo Aldo "Sí, habré sido su última cerveza" exclamó Fer "y yo la sesión que lo conviritó en alcoholico" pensé Se abrío una luz y entró una mujer seria y vieja. "Si no fuera borracha," se animó "ustedes no habrían existido" Con eso dió media vuelta y cerró la puerta desde afuera.

Alterno

Monólogo de un idiota XIX Dame el silencio, quiero irme. Eso dijo, ella, sí, cuando quiso irse. La mandé a freír ilusiones, x supuesto, yo no pienso vender rollos de esperanzas, y menos en la calle. Y menos x su culpa. fue viernes, esos días q cargan con una responsabilidad diferente, un principio y un final, siempre algo totalmente culpable, irracional e impreciso. Un sentimiento? Atrás estaba el despertar, la secretaria, el reloj q me persigue a todos lados. Sucedió así, en una de esas peleas usuales de mediodía, golpeé el reloj contra una pared, y lo vi ahogarse en el inodoro sucio y usado, y tire la cadena como quien entierra a su suegro. Lo disfruté, tengo q admitirlo, me encantó. Después se abalanzó mi memoria sobre mí, invitando a la culpa y mi augurio y mi dolor. Y mi pasado. Arranqué con dificultad la memoria, a pesar de la sangre q chorreaba como helado en tarde de verano y se pegotea en los dedos, así de frutilla, la sangre... en la fuente

Quiebra?

así como el grito carece de silencio y busca la eternidad en su eco así como el miedo se hunde bajo la piel y quiebra los huesos del limitar como un tren que cruza montañas y confundido se encuentra con el océano y le sorprende su inmensidad así te conozco a vos como algo nuevo, sorprendente como lluvia sin nubes, inesperada, como nieve en verano, brazos abiertos y cara al cielo ojos bien cerrados y mueca de chino confundido al ver en la misma página el obelisco y su muralla quiero decir exacta exactitud y rigurosa simpleza como melodía de tango solitaria por manos arrugadas y el vaso vacío de arrepentimientos la cruda encrucijada honestidad exigiendo mi condenar placentero por que sí placentero condenar el mío al despedirte para verte regresar
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Como si al dibujarte desnuda, sobre un atril sinverguenza, perdería el encanto tu timidez, la falacia al ocultar que me robaste mis pinceles. Si al escribir sobre tu piel, al tatuar tu insignia prometedora, olvidaría las cosas más simples, como caminar, y subir escaleras, lo pensaría. Antes, sigo buscando el absoluto, nublar mis ambiciones, satisfacer mis miedos, volar.
está el adolescente regular. pobre, no?, con su vida confusa, su identidad en juego, en duda, formada a los golpes, con un pizca de dolor y otra de sufrimiento, una cucharada de desiluciones y un par de noviazgos fallutos. Sin olvidarse del colegio también. Pero a pesar de todo crece y forma un carácter y una personalidad que verdaderamente le pertenecen, que lo hacen único. Busca entre las cenizas de su juventud una idea, y con ella forma una escultura que piensa que lo guiará toda la vida. Busca en el pasado respuestas y mira hacia el futuro con cierta esperanza, anhelo, intimidante lo espera. Y habiendo elegido su personaje, forjado su armadura, sale a conocer un mundo diferente. Pero en vez se encuentra con una mujer. Y esta mujer intenta cambiarlo. [un groso Fontanarrosa]

ahí vamos

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ni ahora, ni nunca, ni nunca jamás quise buscar lo más íntimo, algo arbitrario. Bajaba lenta la luna, amarilla y soñolienta, y se escabullía tras el edificio de mi vecina. A veces, casi siempre a la tarde, ella se sienta en su balcón, y yo en el mío, e intercambiamos miradas, ojos y sueños de un futuro. Se le nota en la cara, que sueña. Y mucho. No tanto como yo, supongo, yo soy un tipo ante nada soñador, ante todo, en realidad, un pelotudo. Pero además, me gusta imaginar cosas. De chiquito me divertía jugando solo y podía estar así todo el día. Hoy tengo a mi vecina, y así, sentados, recorrimos Asia, África y medio Europa. Algún día me voy a animar. Hoy no por que tengo que pasar a buscar a Laura de la psicóloga en un rato y después me toca a mí escucharla. Laura es mi mujer. Hace 2 años, cuando nos casamos, seguía con el inocente pensamiento, esa idea que te incrustan en la cabeza de chico, que el matrimonio abre tantas puertas. Pero no te cuentan de las que cierra. Me lo ima

Mago

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Viernes

Monólogo de un idiota XVIII Nunca quise lastimarla... el viernes llegó, como todo, el tiempo inevitable me roba las horas de siesta y antes de que cante el gallo que nunca escuché, avanzó el viernes, sin campanas o firuletes, callado y casi tímido, me levanté solo. E intente cambiar. La volví a ver a la secretaria, pero fue diferente, con su aspecto de viernes y su sonrisa de jubilada jugando al ajedrez. Por que no, pensé, después de todo no trabaja conmigo... compartimos el mismo edificio. Y seguí medio así, con cada una de mis mejores amigas, y al sentarme en mi silla negra de cuero con muchas patas para moverme para donde quiera, no solo me sentí que no iba a ir a ningún lado, sino que el reflejo de mi pelo en la pantalla, que aparentaba estar peinado para la derecha, me dio asco. Pero como llegó el viernes llegó la hora de saludar a la secretaria y hundirme entre la multitud oficinesca, ahogarme entre sus conversaciones de puteadas bajo el atardecer que nunca lo veo por que e

y después deliramos juntos

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Todos sabemos que no hay tal cosa como cristales rotos como frágil sapo desmantelado. como el te quiero fingido y te amo desubicado el te querés casar conmigo con asado sin digestión y los llantos de los bebes que nunca están de más los que no llegan y los que no quieren llegar las uñas que no se cortan y las que no quieren crecer las rojas, negras, blancas, azules y las lilas también por que no quien no se lo merece? la mayoría pero eso no se dice o no? pero te puedo decir una cosa a pesar de todo te puedo contar que el agua se derrama en el más alto manantial fluye sin problemas topa con una catarata y observamos como cae luego sigue y desmaya entre lo demás después la sequía y muere para volver a crujir con la lluvia por que no con las gotas pesadas pesadumbre con tus manos ligeras en las nubes frías del ardor mientras te cuento Otra cosa como olvidarlo al susurro de medianoche ese que desenvuelve el suspiro y desentierra el sonido te enc

quiero

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Quiero seguir acercándome tocar el filo del paraíso, buscar los bordes, los picos, sentir las formas acorralado entre caminos vuelo en dirección contraria quiebro la línea entre espacio y tiempo busco buscar para nunca tener que encontrarte pero me zambullo entre burbujas de tu sombra y tu más abstracto palpitar y así me pierdo como letra china en abecedario y deseo cruzarte en barco o en velero navegar tus olas y hundirme en tu ombligo escucharte sonreír y quebrar el silencio que nos separa antes del crujido de la puerta y el gemido de la madera bajo tus botas antes de mover las nubes a un lado y verte devolver la lluvia hasta en la manera que giras! para no verme más cuando se baja la persiana y se acerca la noche un vestido rojo se despluma entre arrugas, arrugado y yo yo sigo desplumado

volví

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Monólogo de un idiota XVII volví. volví a ese colectivo. Ese colectivo donde la ví por primera y última, y yo, todas las semanas, a la misma hora, recuerdo con melancolía gastada la barba del colectivero, el olor a buenos aires y una excepción, sentada a mi lado, escondida bajo atuendo rayado, cartera y esposas en pies y manos. Pero ya pasaron un par de meses, ya pasaron gotas de esperanza, perdiéndose entre la laguna, y ya pasó la última entre rocas cuadradas, frías, casi heladas en realidad. Casi entre tanta catarata encontré el río, entre tanto yuyo nació un zorzal espinado para despertar en una selva ajena, con cantos nuevos de animales sin nombrar, árboles anónimos y verde como manos saliendo de la tierra, saludando, saludando, culpándome. Fue ayer que me subí y me senté en el mismo asiento. Y al lado estaba ella, otra vez volviendo de su cárcel y yo de la mía, nos encontramos entre el temblor y el silencio luego de tanto esperar. Le pregunté si se bajaba en Tal

donde me perdí

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Monólogo de un idiota XVI Abro los ojos y miro alrededor confundido la mesita de luz ratona, la lámpara tan moderna y tan apagada, los roperos altos junto a la tele de 39' pulgadas. Más allá, el baño. Se escapa un poco de luz por la puerta, me levanto y salgo. Un par de sillones forrados, más lámparas, piso de alfombra calentito. Fotos. Fotos de alguien que no conozco. Miro el teléfono y marca las 5:36, vuelvo al cuarto a buscar mis zapatos y en eso encuentro un cuerpo inmóvil bajo las sábanas. Salgo descalzo a la calle. Nunca me gustó dormir bajo colchas ajenas. Vuelvo a casa, me entero de que es sábado por suerte, forcejeo la puerta con delicadeza, tiro las llaves por ahí, me siento en alguna pila de ropa sucia e intento prender la tele. Le doy un golpe y saludo a la antena, como siempre suele hacer, y aparece una mancha rubia, un rubio plastificado, otra vieja operada ofreciendo esperanzas tan falsas como su cara, su pelo, sus uñas, su sonrisa, su vida. Apago y me esc

Remera

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Un míto... ¿ sí, o no, o más o menos ?

Nacer y renacer

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Monólogo de un idiota XV Se me tuerce el brazo cuando veo la ropa descansando sobre los muebles. Cuando veo los muebles viejos resignados en el piso sin barrer. Y el piso como papel, que me brinda el placer de escuchar y no perderme ninguno de los alaridos de abajo. A la vez está el edificio que amenaza con caerse abajo y terminar todo de una buena vez. Y la ciudad que cruzo todos los días, con sus caras y corbatas. ¿Por qué iría yo a quejarme? Busqué por toda la casa una remera blanca, con una mancha de vino en el hombro derecho y un par de agujeros acá y allá. Pero nada serio. No era cualquier remera tampoco; en sus hombros llevaba historias de departamentos y hoteluchos, piel, erizo y otra brusca caricia. La encontré enterrada bajo cajones de papeles, no sé de qué, y unas cajas viejas de mudanza. No vendría mal una mudanza tampoco, un cambio. La remera cargaba el mismo perfume de muñeca quebrada y sueños ilegales. Máquina del tiempo que solía esconderme en mi juventud y sus al

Hacia donde voy

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Monólogo de un idiota XIV Ayer fue ayer. Y un pésimo ayer. Hoy conocí a una chica. Agarré el boleto, Nº0006535, y me encontré en el clásico duelo estratégico de elegir un asiento, vacío, al lado de otro, también vacío o ocupado, aplastado por un individuo de identidad desconocida (en la mayoría de los casos). El primero yacía al lado de un chico guardapolvo, y el otro al lado de una que seguro volvía de trabajar, por que hasta su falda miraba por la ventana con los ojos vacíos. No tardé tanto como suelo hacer, y decidí sentarme al lado de ojos vacíos porque no le tengo mucha paciencia a los nenes guardapolvo y su rutina involuntaria. Pero no se me hizo tan fácil. Después de todo, ¿por qué iba dios a permitir que yo pueda sentarme con cordura y elegancia? Era demasiado pedir. El colectivo se hundió en un pozo de Maipú, resucitó entre los muertos, y siguió camino. Entre tanto yo caí, volé como pájaro desplumado y casi la mato. Tartamudeé perdoname y se le escapó una sonrisa. Punt

Perdón.

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Monólogo de un idiota XIII Estoy sentado en la vereda. Se ensucia el pantalón negro, se arruga, se muerde la lengua y no pasa nada. A mi derecha pasan dos señoras, dos libros, dos historias de la mano, bailando hacia el altar en sus camperas multicolores. Enfrente, la calle, un edificio, un falcon verde oxidado; nada más. Atrás de mí, un portero quiere preguntarme si me pasa algo pero no se anima. Igual lo que vale es la intención. Todavía no llueve pero me cae una gota. Todavía no soy gerente, pero soy empleado. Todavía no me dejan soñar, pero llueve a cántaros. Adentro de un café de por acá, él sigue tratando de descifrar cifras ajenas. ¿Las mías dónde están? Veo al portero con sonrisa malgastada y manguera en mano. Bueno, me voy. Llego a la esquina, el semáforo se camufla entre el rojo de uñas pintadas y yo cambio minutos por bocinas. Un riesgo imprescindible.

Caído

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Monólogo de un idiota XI I Honestamente, enfermo. Físicamente discapacitado. Me arrastré hasta el teléfono y llamé para avisar que lamentablemente no iba a poder ir, pero mi amiga la secretaria no me creyó, y era de esperar, eso me pasa por decir que el lobo venía cuando nunca vi un lobo. Los escuché igual. Es una decisión en realidad: ¿lobo solitario u oveja del rebaño? Quién sabe. El tema es que la cabeza me daba muchas vueltas, para ambos lados, como esas calesitas que no te dejan bajar. No sé si el que giro soy yo, o todo lo que me rodea. Y camino tanteando por mi propio espacio vacío, pestañeando demasiado, mi garganta pidiendo pastillas a los alaridos, de esas rosas que te dan de chico con gusto a frutilla. Pero pastillas no hay. Tengo que ir al médico. Recurrir a esos que se aferraron al sueño de salvar vidas, de hacer algo bueno, contribuir. Y conozco unos pocos, mejores amigos de la vida y la muerte, a escondidas borran la línea que los separa. La
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Winnie

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Entre paredes

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Monólogo de un idiota XI Yo odio muy pocas cosas. En principio, para empezar, hoy, mañana, odio a esa gente que dice ser del “gobierno”, del sistema. A esa incorrecta generalidad de "los políticos". A esos que usan máscaras de Ghandi y debajo encontramos delincuentes, mentirosos, creando falsas esperanzas a los inadaptados. Para empezar nomás. Y como hay filósofos codiciosos también hay diosas confundidas. Esas que no saben lo que quieren y deambulan probando frutas inocentes por que comer sólo una va en contra de su dieta, y así dejan todo por la mitad, lo dejan por muerto en algún pastizal seco, y ajeno. Como hay disfraces, farsantes idealizadas, también existen los ignorantes felices. Todos somos ignorantes de manera alguna, pero ellos deciden ignorar todo aquello que no sucede dentro de su jardín. Y en su jardín también ignorante éste vive feliz, de lo demás se ocupan los demás, y si no pueden los demás, se ocupa dios. Para algo está, ¿no? También hay un

Otro

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Monólogo de un idiota IX Como cuadradito entre papel cuadriculado, de los de abajo, o los del costado (que a veces llegan cortados por la mitad y no se quejan), abrí los ojos antes de escuchar el despertador. Y le pegué por bronca nomás, capaz de un sueño que olvidé, capaz porque simplemente es un despertador, y despertarse no está bueno. Pero lo logré y en cinco estaba cambiado, aunque no fui al baño para no tener que mirarme al espejo, y salí. (ahora que lo pienso, dejé la puerta abierta) Y cuando el tiempo parecía estar de mi lado me metió un gol en contra, a propósito, de esos traicioneros: apenas puse un pie sobre la calle, empezó a llover, y vi una vieja que sacó el paraguas de abajo del brazo y con una sonrisa lo abrió. Seguro que estaba muy orgullosa. Todo mal con la gente tan preparada. Viven menos. Igual seguí y no miré los charcos ni la gente, ni los cafés hirviendo, ni al cana que me decía que no cruce. Quién se cree que es. Y abrí esa puerta giratoria con la

Zapas

Filosfías pasando la medianoche: "no, por que tu abuela lea lo del maniqui" "cayendose de la silla y rompiendose la columna" "te lo digo por experiencia propia" "tas en una relacion, y el aujero para q entre loq produce el amor se agrandaa... y despues no llega mas yyyyy cajamo.. le vas a dar al bicho de la esquina" "ta la conciencia ahi atras. encerrala con anacleto" "si tuvieras 88 no te preocuparia" "quiero q vuelva el frio" "la gente honesta son inadaptados sociales son como hormigas" "yo tengo casos familiares a mano" "es todo psicológico" "mejor ser mounstruo q hormiga" "donde esta la compasion? . en el placard" "y probablemente tenga razon" "me mata la gente q toma tantas pastillas"

A pesar de todo

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Monólogo de un idiota VIII Y a pesar de todo, me levanto, buscando esa mañana soñada, esperando que el desayuno vuele, se deslice por los confines de la finitud, hacia las sábanas con olor a sueño y así comience el día sin querer terminarlo. Pero por supuesto que las tazas no vuelan y me trago la dura realidad porque café hoy no había y salgo, salgo por la puerta con ese crujido que hoy me dice ya sabés lo que te espera, con asquerosa complicidad. Pero tiene razón. Yo sé muy bien lo que me espera, un día tan único pero tan parecido a los últimos diez años, horas tan regulares como el tráfico y las huelgas, los divorcios y los empleados miserables, el te odio y el te amo, el te extraño falso y el que nunca apareció; vos y yo. A veces intento buscar la esquina en un cuarto redondo. Hoy no la encontré. Mañana será.

Hoy no

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Monologo de un idiota VII Y miro por la ventana, y digo qué día de mierda, honestamente, y trato de convencerme de que podría ser peor, pero todos sabemos que no, no hay caso. Y buscás regalarle un fósforo al tiempo, que se haga de noche y se apague todo, quedando solo vos y las llamas de lo que fue, así, de una, como esa noche que la pasaste bien acompañada por primera y última. Ahora se quema. Y buscamos entre nuestras cosas y nos vamos acordando de esto y el otro y la noche llega nublada y húmeda, como gato callejero de esos multicolores, que cada vez pasan más, con paletas reveladas… y capaz si pasas más veces alguien se enamora. No vendría mal. Y me doy cuenta de que hace días le hablo a alguien que nunca apareció y me cansé de esperar.

Cerrando los ojos

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Monólogo de un idiota VI Otra noche sin sueños, ni siquiera pesadillas, como ésas en la que te caés, o te matás, y te levantás y el silencio te confunde, metido bajo las sábanas. Y mirás el reloj negro aburrido sobre la mesita de luz, que de luz no tiene nada, y además marca las cuatro o las seis, algún presente olvidado entre tanto blanco y negro. Pienso en ovejas pero no se animan a saltar mientras se prueban un saco y corbata.

Predicciones

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Monólogo de un idiota V Odio decirlo pero estoy comenzando a creer en las predicciones. Empezó con un sol, un mar y la arena brasilera, y yo sentado, quizás acostado, quizás con amigos, no me acuerdo pero sé que vi una, vestida con taparrabos, viniendo como directo hacia mí, con sus ojos verdes, enormes como de camaleón mal camuflado o sin cama. Y mirándome. ¿Por qué a mí? No fue casualidad que miré hacia atrás y a los costados para ver si había alguien más, alguien esperándola con los brazos abiertos pero no, ésta venía por mí y como vino me confundió por largo rato y se fue. Lo que me dijo me iba a cambiar la vida, así de dramático fue, pero no lo supe hasta mucho después. Y me dijo muchas cosas, además, del pasado y el futuro y el presente, con escalofriante exactitud, y yo la miraba asombrado pero continuaba con mi actitud de verdadero argentino cabeza dura, si yo no creía en esas cosas, por más que logre resumir mi vida en un par de olas y unos granitos de arena insignifica

Tarde

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Monólogo de un idiota IV Me encontré perdido entre mucha gente tan extraña pero tan normal, mientras caminaba hacia el Obelisco, tan blanco pero tan sucio, tan lleno pero tan vacío. Y miré el reloj, como siempre, sin importarme la hora, para llevarme por delante una señorita, u otra señorita, rubia o morocha, y me dijo perdón con una sonrisa practicada, seguro de abogada porque se quedó mirando, analizando algo, hasta que me di cuenta de que le estaba agarrando el brazo o el hombro, y siguió caminando sin mirar atrás. Y busqué entre la multitud de vereda a esas personas que parece que daría gusto abrazar, abrazarlos sin tener que cerrar los ojos, o compartir un mate callado, o dos, o tres… pero no encontré y seguí caminando porque al final era lo mismo, si total ya nadie se abraza. Y pensé que podía cruzar la calle, o avenida, y por más autos que hubiera no iba a escuchar ese “guarda” o “cuidado” que nos recuerda que no estamos tan solos. Por lo menos si te vas a morir alguien

chavo

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a las heridas les puse curitas y volví a sonreir para hacerte sentir vacía
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( entrada N° 101 =D )

!!!

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:D (es un número curioso el 8)

Bum

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Monólogo de un idiota III Me desperté con otro dolor de espalda importante, casi del tamaño de la copa de anoche o de mis cordones negros entrelazados en el zapato también negro y le agregamos una media fucsia y otra marrón, probablemente también de ayer. Bajé el ascensor mirando fijo al espejo y su opuesto, y los miles de personas tan parecidas a mí, tantos juntos, una mera ilusión, pensé, cuál será más real, mientras la caja de espejos paró o frenó en algún piso, y una chica de medias fucsia abrió la puerta con cara pintada de pancho de madrugada y café mal preparado. Sin amor dicen algunos; yo digo mal preparado. Igual ni se gastó en mirarme, ya estaba concentrada o abstraída en algún otra lado, pensando en otro príncipe azul, seguro, o capaz ni me veía, no sé, (me asustó decir no sé), mientras la espiaba por el espejo y observaba una línea blanca insólitamente familiar que trepaba su hombro y se escondía en su escote en V. El resto sigue como sigue: caminé mis cuadras

el árbol y la luna

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Sigo

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esperando el boleto capicúa...

O no?

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Monólogo de un idiota II (dibujo: retrato de Mashu) Nostalgia de miércoles, dijo el contador. No sabía si creerle o no, y me volví a casa medio asustado, a decir verdad. Pero pasó. Me levanté en el piso, me miré al espejo, y vi que me dolía la espalda, tenía las marcas de la alfombra sobre mi cara, un ojo morado y la corbata desnutrida, aunque encontré el saco entre corpiños y otra ropa interior ajena, pero me volví a mirar al espejo, y afuera hacía frío, así que decidí esconder mis guantes y mi bufanda de amaneceres y los tiré por la ventana. Salí a la calle y hacía frío y me detuve frente a una vidriera de alguna marca desconocida, de mujer creo, sí, pero no quería comprar ropa, mucho menos a mi sobrina, esa pendeja malcriada, en realidad 'taba mirando el maniquí, que taba bueno, para partirlo si no fuera de aluminio, con esas curvas. Pero sin cara. Y miré el reloj, no porque me importaba la hora sino por qué la chica de al lado me cachó mirándola, observándola, y le que

muerte

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fer

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Sailor Moon

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Gracias a Crispín, me enteré de dos cosas: 1) El dibujo se parece a una de las de Sailor Moon. Aparentemente se llama Serena... 2) Había lesbianas en Sailor Moon. :S Sí, ya sé... pero el sujeto tiene buena memoria y mostró pruebas y no pude negarlo y... no se... nada... tb

Dibujando con el mouse

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Hace rato, Windows Messenger introdujo la opción de dibujar, lo hice cada vez más seguido, y de a poco me fui acostumbrando. Con el tiempo empecé a guardar algunos,  y acá están.