Tarde

Monólogo de un idiota IV

Me encontré perdido entre mucha gente tan extraña pero tan normal, mientras caminaba hacia el Obelisco, tan blanco pero tan sucio, tan lleno pero tan vacío.
Y miré el reloj, como siempre, sin importarme la hora, para llevarme por delante una señorita, u otra señorita, rubia o morocha, y me dijo perdón con una sonrisa practicada, seguro de abogada porque se quedó mirando, analizando algo, hasta que me di cuenta de que le estaba agarrando el brazo o el hombro, y siguió caminando sin mirar atrás.
Y busqué entre la multitud de vereda a esas personas que parece que daría gusto abrazar, abrazarlos sin tener que cerrar los ojos, o compartir un mate callado, o dos, o tres… pero no encontré y seguí caminando porque al final era lo mismo, si total ya nadie se abraza.
Y pensé que podía cruzar la calle, o avenida, y por más autos que hubiera no iba a escuchar ese “guarda” o “cuidado” que nos recuerda que no estamos tan solos. Por lo menos si te vas a morir alguien dice algo. (Aunque capaz es por egoístas, por no querer presenciar... no importa)
Miré el reloj una vez más, pero observé la hora con detenimiento, esperando a que vuelva mi agenda despedida con mis horarios o a que alguien me pida permiso. Tengo que estar a las 9 en Juncal y Sucre y Estoy tarde.

Comments

Crispín said…
Entonces si le gusta abrazar no es tan idiota...

Quedo a la espera de tu dibujo de la muerte.
Crispín said…
Gracias pibe por el arte. Tu lápiz compartido le dibuja significados a lo que escribo.
Ya está subido.
Diego M said…
Los "Monólogos de un idiota" ya se están transformando en una hermosa costumbre de lectura. Historias de todos y de nadie, historias muy bien condimentadas sobre la urbe desabrida en que nos toca vivir.
Abrazo!!

Popular posts from this blog

y bueno

Imperfecto

(Otra sofía)