Perdón.
Monólogo de un idiota XIII
Estoy sentado en la vereda. Se ensucia el pantalón negro, se arruga, se muerde la lengua y no pasa nada.
A mi derecha pasan dos señoras, dos libros, dos historias de la mano, bailando hacia el altar en sus camperas multicolores.
Enfrente, la calle, un edificio, un falcon verde oxidado; nada más.
Atrás de mí, un portero quiere preguntarme si me pasa algo pero no se anima. Igual lo que vale es la intención.
Todavía no llueve pero me cae una gota.
Todavía no soy gerente, pero soy empleado.
Todavía no me dejan soñar, pero llueve a cántaros.
Adentro de un café de por acá, él sigue tratando de descifrar cifras ajenas.
¿Las mías dónde están?
Veo al portero con sonrisa malgastada y manguera en mano. Bueno, me voy.
Llego a la esquina, el semáforo se camufla entre el rojo de uñas pintadas y yo cambio minutos por bocinas. Un riesgo imprescindible.
Comments
Muy bueno.
Ta luego Cai
jeje
Besos