volví
volví a ese colectivo. Ese colectivo donde la ví por primera y última, y yo, todas las semanas, a la misma hora, recuerdo con melancolía gastada la barba del colectivero, el olor a buenos aires y una excepción, sentada a mi lado, escondida bajo atuendo rayado, cartera y esposas en pies y manos. Pero ya pasaron un par de meses, ya pasaron gotas de esperanza, perdiéndose entre la laguna, y ya pasó la última entre rocas cuadradas, frías, casi heladas en realidad. Casi entre tanta catarata encontré el río, entre tanto yuyo nació un zorzal espinado para despertar en una selva ajena, con cantos nuevos de animales sin nombrar, árboles anónimos y verde como manos saliendo de la tierra, saludando, saludando, culpándome.
Fue ayer que me subí y me senté en el mismo asiento. Y al lado estaba ella, otra vez volviendo de su cárcel y yo de la mía, nos encontramos entre el temblor y el silencio luego de tanto esperar.
Le pregunté si se bajaba en Talcahuano. Si su abuela se había ido hace un par de meses. Si sus manos cargaban el corazón equivocado. Me miro, y me siguió mirando. El viernes te parece? dale. acá? y se bajó.
solté una sonrisa que pateaba la puerta, cerré los ojos y el techo del colectivo me contó sus historias. finalmente.
si no hoy, cuando.
si no el viernes, nunca.
quién me dijo que existen las recetas equivocadas?
Comments
cotidianas imagenes, sentidas...
Gracias x sus visita...
ALU
Leí tu comentario: ¿de qué cosa se supone que sé? Jaja.