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Showing posts from April, 2013

Despertarse

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Que difícil despertarse ficción, cuento, cuentito, fantasía.  Que difícil despertarse novela, ensayo, ensayado, qué difícil despertarse un juego pelotudo, enreglado; un chiste, un decir, sobredicho, gastado y triste y sucio. ¡Qué difícil levantarse comercial! Propagando propagandas, levantarse repetido repitiendo ilusiones y repartiendo maldones y malhechizos y levantarse malhechor, malparido y malhacido hijo de puta. O peor, levantarse hijo de nadie, de nada y de nadie. Papá: nada.                  Mamá: nadie.           Hijo: vacío. Levantarse lío, bochinche achanchado, chancho sin hambre, quilombo sin bombo que sería quil, no es ni kilo de pan ni que en francés. No puede no ser otra cosa además de nada. Es capaz como levantarse reloj, frenado y sin agujas, o campana grande, sí, sí, muy grande, pero golpeada, sabés, y muda.  O metrónomo atascado en 137 pulsos por minuto, tic toc, tac tuc, como bailando y dormirse y levantarse bailado.  Usado,

Diálogo entre dos

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- Yo creo que tiene que tener terraza, así tomás sol, sino en el invierno quedás hecha un alien pálido, ondulando entre el verde venoso y el blanco cadáver. - Mirá Mauricio, no te preocupes por mí, no voy a ir nunca y la terraza me da miedo porque no voy a estar yo para cuidar a los chicos. Lo único que te pido es que duerman de a dos igual que acá. Es importante que les guste ir a tu casa los fines de semana. - Bueno pero no te pongas así, podés pasar cada tanto a visitar, pensá que ellos son dos y yo soy uno, y yo a diferencia de otros no soy mantenido: yo trabajo, pago alquileres, pago reproches, malcrianzas, caprichos... - ¿Cómo dos? Espero que tengas lugar para los cuatro. Ya sé que Miguel y Benjamín no son tus hijos pero necesito que te los lleves con sus hermanos. Ellos no pueden separase. Por supuesto que si me gusta la casa, voy a ir a visitar. ¿Te gusta este barrio? - Bueno pero Miguel todavía no dejó la teta y Benjamín sigue usando pañales, sup

mauricio

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- Tenemos que hablar Mauricio. Tengo algo que decirte. Mauricio. Es importante. Mauricio mirame. Mauricio me podés prestar atención es la última vez que te lo digo, ¡Respondeme! - Qué pasa. - Nos vamos a tener que mudar. - ¿Y eso por qué? - Porque no nos va a alcanzar el espacio. - ¿Y espacio para que querés? Esa maquinita de karaoke ya te dije mil veces no la vamos a comprar. - No, eso no Mauricio. - ¿Andas queriendo adoptar un perrito de la calle o algo así? ¿Por eso hinchabas el otro día con que te sentías sola durante el día? Mira tu telenovela, o mejor salí a caminar que no te vendría mal. O anda al gimnasio de una puta vez que vengo pagando la cuota hace tres meses. - No Mauricio, no es eso. Y no me digas que estoy gorda. - Yo nunca dije que estés gorda. El ejercicio hace bien. - Yo hago ejercicio. Casi todos los viernes voy a bailar salsa con Chechu y Pani a Tropicana. - Con esas dos malparidas que son como la garrapiña

Volviendo

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está volviendo la dejé entre los matorrales dijo angustiado el general tanta falsa muchedumbre festejando el carnaval déjeme decirle, buen hombre, como corren los ciempiés una pata delante la otra las botas, firmes, la boca silbando un valsecito portugués no me diga que decir cuando venga la doña yo se mis líneas ella las suyas tanta lluvia primaveral seguiremos sin cruces ni vueltas ni túneles espiralados porque los papeles están escritos mi rey en el viento que los empuja hay lagunas donde los patos gritan para gritar para gritar. - Sonaba The Strokes. Todos quietos. Me acerco a ella sin ninguna intención en particular. Le tomo la mano, sonrío, la hago girar, como agujas, de un reloj, y con un gesto, me voy. Encaro la puerta, bajo los escalones, y espero, ya con la camisa desarreglada y las pupilas pequeñitas, espero apoyado sobre la parada de colectivo. El 152 no tarda en llegar, y así llego a mi departamento antes de

Cumpleaños feliz

No quería escuchar más la radio. Me levanté del sillón y la apagué. Volví a la cocina y chequié los fideos. Estaban bien. Me puse el gigante guante amarillo de tela para no quemarme y saqué el agua en el lavadero, poniendo un tenedor en el costado de la olla para que no se caigan los fideos. Después agarré una tabla de madera y me senté en la mesa. Comí fideos de la olla en silencio. Eran de los de rulitos. Dos meses antes había asistido al cumpleaños de una alumnita de piano. Cumplía 15 y la mamá le estaba preparando una fiesta sorpresa. Yo me quedé dormido en el colectivo y me levanté cuando ya había recomenzado el recorrido y estaba encarando para el lado contrario. Me acuerdo que era miércoles y estaba nublado. Me acuerdo que al lado mío dos chicas arreglaban, en portugués, que hacer en el fin de semana. Concluyeron encontrarse a tomar sol y cocinar una cheesecake antes de salir a patinar. Llegué, tarde, y era el primer invitado. La mamá me ofreció algo para tomar y