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Showing posts from June, 2010

Estas son las mañanitas

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Escucho el teléfono y salgo apurado de la ducha. Me frena tan sólo un instante un frío que me da la bienvenida al pasillo, y troto como pingüino malherido, sabiendo que al teléfono no voy a llegar. Pero lo que vale es la intención, me convenzo, porque de lo contrario, me persiguen verbos condicionales por el resto del día: y que si tal, y que si cual. (Yo quería ser bombero, de chiquito, quería ser alto y bigotudo. Enano no soy, pero los bigotes me hacen acordar al verdulero de la esquina de Juncal, y por eso nunca los dejé crecer.) Sigo dejando rastros, gotitas ordenadas, como migas de pan y Hansel y Gretel. Hace mucho que nadie me lee un cuento. Hace mucho que estoy parado en el mismo lugar, frente a un teléfono callado, y se observa una laguna tímida en la alfombra. Termino de cambiarme, salgo a la calle y me siento en los escalones. No hay nadie. Del lado de enfrento veo un árbol de tronco flaquito que se asoma entre la maleza casi artificial del lote vacío. Las ramas y las

Llave

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Mi abuelo era veterinario. Pocas personas lo saben, pero los veterinarios suelen tener acceso a todo tipo de drogas. En los procedimientos quirúrgicos de varias especies animales es usual usar ketamina o hasta mezcalina. Le sumamos que mi abuela sufría de constantes ataques de ansiedad y tensión, así que se daba la libertad de tomar todo tipo de anti-depresivos y sedantes. Con los años fue aumentando las dosis. Pronto los cajoncitos del baño no alcanzaban y colocaron todos los farmacéuticos en un viejo ropero chino. El mueble estaba cerrado con llave. Llave que me prometí a mí mismo que algún día encontraría y haría la fiesta más psicodélica y alucinógena del barrio. Nunca había tomado drogas disociativas ni planeaba hacerlo de manera rutinaria, pero estaba profundamente interesado en el tema. En el colegio mi materia favorita era química, y en mi casa solía estudiar las formas moleculares de los diferentes compuestos, aprendiéndome de memoria sus pesos moleculares, la exist

Gunther

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Fui al consultorio de Gunther porqué me di cuenta de que no tenía amigos. Los pocos amigos que había tenido durante la secundaria y luego en la facultad, los había ido distanciando, uno a uno, y me quedé solo, con mi mujer, único ser humano con el que mantenía una relación más o menos cercana además de mi mamá. Cuando ella iba a jugar al bridge, yo miraba tele. Cuando ella iba a hacer shopping con Laura, yo miraba tele. Y me harté. De vez en cuando salía a pescar con el grupo del trabajo, pero siempre la pasaba mal porque pescar no me gusta y los tipos eran unos aparatos. Todos con su grupo de amigos, despedida de soltero, cumpleaños, abrazos, fútbol los domingos, y yo, nada, cero, caput. La mismísima Laura que se robaba a mi mujer, me recomendó este tipo porque un primo de ella había perdido a su perro y le funcionó bárbaro. Camino a mi primera sesión suponía que era una especie de adivino, pero cuando me empezó a hablar de acupuntura y agujas, me di cuenta de que no. Que e

adicciones

Pastillas para sentirse mejor. No cuestionan la causa. La ignoran. No responden la pregunta. La olvidan. Desde esa vez en la plaza no la volví a ver a Sofí. No la extraño, o por lo menos no como uno extraña a su prima o al chocolate. Quizás me contagio su despreocupación, pero creo que más que nada estoy intentando concentrarme en las cosas chiquitas. Es más fácil así, ¿no, doctor? Mire. Esto puede hacerse muy simple, muy rápido. Para dormir, las azules. Para la memoria, las lilas. Para despertarse, la de las agujitas. Esa también hace ruido. Para evitar la violencia, las rojas. Para guardar silencio, las rosas. Para ignorar esos temas que nos desequilibran y disturban, las violetas. Para sonreír, las verdes con rayas doradas. Para abrazar, las verdes con cruces plateadas. Para enmascararse y esconderse, disfrazar los candados, evitar la paranoia y los delirios, no distraerse de la realidad, tener una visión objetiva y moderna, ampliar el vocabulario, parecer intelectua

(Otra sofía)

no pude cambiar la bombita porque estaba demasiado caliente y me queme. y me duele. pero no digo nada. -----.----- Ventilador prendido, casi que no hacía ruido, era luna llena, y el reloj se acercaba a la medianoche. Noche sin lobos, ésta, noche sin fantasía ni fantasmas. Celebrabamos sin ninguna buena razón para celebrar. Celebrabamos porque no sabíamos que otra cosa hacer. Las paredes estaban pintadas de rojo y blanco. Como manchones arbitrarios. Como los días que nunca recordaremos, días irrelevantes, días de charlas pequeñitas, de clima templado, o de paraguas, da igual, días en los que nos da igual. Blanco o rojo, nos da igual, son días que componen nuestra vidas, y aún así, son irreconocibles, son inútiles, son ahogados en generalizaciones de estaciones o fechas o adjetivos. Las paredes eran así de tristes. Ni bien entré, fue suficiente para entender que este día no sería uno de ellos. El principio lo resumo: dos copas de champagne, hola a la gente c