Nuestra suerte y desconfianza


Tengo una media gris y otra blanca.
No fue seriamente a propósito, verás, una de cada par desapareció en ese mundo ignorado de pies y soquetes, secuestradas por duendes o hadas o el ratón Pérez buscando nuevos seguidores. Y estas, incompletas, divorciadas, se unieron a pesar de sus diferencias. Una es más alta, la otra es más oscura, una tiene un agujero, la otra una mancha misteriosa. Y solo así, juntas, me son útiles, porque no suelo hacer títeres con medias viejas.
...siento que todo esto me viene como medio azaroso. Y al fin y al cabo, es más difícil creer que todo es obra del azar, de extrañas ortopédicas probabilidades. Hoy me es claro que somos todos parte de la misma telaraña. Y ningún hombre-araña va a venir a salvarme, está todo en nuestras manos.
Son días como estos los que olvido fácilmente.
Es más fácil así.
Una media gris, una blanca, un ojo medio cerrado, otro medio abierto, saco y pijama, labios y aparatos, gruñido y aplauso, golpe y caricia, como tucán narcisista y paloma blanca, como crayón y pluma, lluvia de letras y carta arrugada, laguna, vacío, tildes y una chica llamada Dolores.
Como medio azaroso, sí, compartimos un subconsciente universal.

Comments

Anonymous said…
Este en particular me voló la cabeza, y no te sabría decir por qué (igual no hace falta).

Para mí que los secuestradores son las pelusas que junta la alfombra abajo de la cama.

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